miércoles, 3 de junio de 2015

#VillaMaria ¿Por qué no dormimos la siesta?

En Villa María el horario comercial, habitualmente es de 8 a 12 y de 16 a 20hs. Una asociación de empresarios promueve la implementación del horario corrido de 8 a 20hs bajo el lema "No dormimos la siesta".
Una querida amiga compartió unas palabras en su facebook en referencia a esta propuesta. Las tomo prestadas para colaborar con su difusión y de paso para cuestionarnos sinceramente la diferencia entre lo superficial y lo importante.

¡No dormimos la siesta!

Vamos a buscar a nuestros niños a la escuela y debatimos juntos el menú del mediodía mientras charlamos sobre las cosas que hicimos por la mañana, ¡tantas horas sin vernos!
¡No dormimos la siesta!
Preparamos el almuerzo para la familia mientras los más grandes ponen los platos y pelean con los más chicos por quién pone los vasos. Después, todos ¡juntos! nos sentamos a la mesa, almorzamos en familia y ¡hablamos! Hablamos de esas cosas que hicimos, de lo que queremos hacer, damos permisos y, a veces, castigos. Entre todos levantamos la mesa y sorteamos quién lava y quién seca los platos.
¡No dormimos la siesta!
Ayudamos a los más peques a hacer la tarea, revisamos cuadernos y afilamos lápices. Jugamos con los perros, les damos comida y les cambiamos el agua. Ponemos la pava y nos tomamos unos mates mientras decidimos que arreglo tiene prioridad en la casa.
¡No dormimos la siesta!
Nos juntamos con amigos a hacer un trotecito por la costanera o, aprovechando que el caótico tránsito descansa, pedaleamos un rato. Damos algún consejo, pedimos una oreja, o damos un abrazo fuerte, fuerte. Charlamos con los viejos y minimizamos sus achaques con la visita de los nietos.
¡No dormimos la siesta!
Mientras tendemos la ropa recién lavada observamos el juego de los chicos con los vecinitos. A veces juegan en el patio de casa, o en el baldío de al lado. Resolvemos disputas porque alguien no respetó su turno para usar el cochecito de la muñeca o el camión de bomberos nuevo, ese que tiene escalera y hace ruido.
¡No dormimos la siesta!
Esperamos que se seque la ropa y nos tiramos en el sillón, con la iluminación perfecta del sol que entra por la ventana, a leer un capítulo más de la novela que nos tiene atrapados, mientras le acariciamos la oreja al perro, dejamos que se enfríe el café y permitimos que nuestra mente se apague de problemas y descanse por un rato.
¡No! ¡No dormimos la siesta!
¡Vivimos una vida!
Algunas costumbres de “pueblo”, “retrógradas”, están muy bien. Yo NO adhiero al horario de comercio extendido.

Verónica Pellegrino