Parque Hipólito Yrigoyen |
Retrocedimos en el tiempo. Por unos
días los vecinos paseábamos preguntándonos “¿qué se sabe?”.
Algunos, con el agua a la rodilla, sacábamos fotos y preguntábamos
qué hacia falta o en que podíamos ayudar. Otros solo buscaban
consuelo en las palabras ajenas, en las informaciones siempre
confusas y contradictorias.
Volvimos a ser un barrio de los '80,
cuando Internet era una palabra rara que venía de afuera y nadie
tenia demasiados electrodomésticos en la casa, la tele funcionaba
unas pocas horas al día y la radio era protagonista de la
información. En los días de la inundación que no termina de irse,
casi ninguno tenia luz, solo algunas cuadras sostuvieron el servicio
aunque con intermitencias.
Los vecinos con luz nos cargaban las
baterías de los celulares y nos compartían informaciones. La
mayoría teníamos que administrar la carga y no podíamos
dilapidarla escuchando todo el tiempo la radio, salvo cuando nos
ganaba la ansiedad.
Desinformación
Nos gobernó la desinformación por un
tiempo. Todos repetíamos informaciones conseguidas al pasar, que
alguien dijo, que otro escucho, que se dijo en la radio, que también
repetía lo que conseguía, porque las autoridades tampoco tenían
información y se acusaban entre si de vaya a saber que cosa.
Muchos querían ayudar y no sabían
cómo, no sabían a quien dirigirse. No había instrucciones claras,
no había información confiable y nos agarrábamos de lo que se
podía, que en este caso eran las redes sociales, ya que algunos
celulares podían acceder, con dificultad, a las publicaciones de
otros usuarios. Mientras tapábamos puertas, atábamos cabos,
juntábamos lo que dijo uno con lo que posteaba otro y lo
compartíamos con quien se acercaba.
Bomberos relevando la situación de los vecinos, calle Modesto Moreno |
Los municipios y los bomberos se
movieron mucho y los ciudadanos lo reconocieron así, pero los
gobiernos subestimaron el valor de la información, aunque por lo
mismo reclamaban airadamente a la provincia. En situaciones de crisis
puede parecer un desperdicio que alguien se quede en una oficina
trabajando con la información. Se tiende a pensar que todos deben
estar “con las patas en el barro” y es comprensible, pero no deja
de ser un error.
Comunicación de crisis
En situaciones como las que vivimos se requiere de un “plan de comunicación de crisis” que sea administrado desde un único lugar, con alguien que reúne información y comunica de manera ordenada las prioridades, las instrucciones, lo que se avecina y lo que puede esperarse. Ese alguien “alimenta” a los medios de comunicación, fundamentalmente a las radios, con información confiable de manera periódica, pero también utiliza las redes disponibles. Podría pensarse en distribuir información o instrucciones a través de la policía, de bomberos (que cuentan con radios y teléfonos celulares) pero también utilizar la infraestructura, por ejemplo, de las empresas de remises o quienes dispongan de tecnologías similares y no estén comprometidos en la emergencia, usuarios de redes sociales, etc. Eso permitiría que quienes quieran colaborar sepan donde dirigirse o que hacer o dejar de hacer, bajar la ansiedad, aportar tranquilidad, ordenar, etc. En Bell Ville, que atravesó la misma situación, los bomberos contaron con una radio FM para este fin, esa es una experiencia para copiar.
En casos de emergencia se produce una
especie de efecto imitación que puede ser positivo si se reconoce
pero puede ser negativo si se deja librado a su suerte. Un vecino
sale y tapa con una botella un desagüe que viene de su patio a la
calle, otro sale y hace lo mismo, un tercero pregunta y se trata de
evitar que el agua que viene inundando la calle se meta al patio.
Parece razonable, todos hacemos lo mismo. Eso funcionó bien, pero
bien podría tratarse de algo que empeore la situación y todos, sin
obligación de saberlo, imitemos algo que nos perjudique. Valorando
la comunicación de crisis estas conductas pueden tornarse positivas
y distribuirse rápidamente.
Esos son los tan mentados protocolos
que deben existir. Modos rápidos y correctos de moverse en
situaciones graves sin que sea necesario que quien ejecuta la orden
sepa demasiado, con seguir el protocolo basta.
En medio de la incertidumbre los
esfuerzos suelen desperdiciarse porque a veces es necesario verse a
si mismo haciendo algo y no solo esperando que las cosas ocurran,
porque no nos lo permite la ansiedad. Ese quizá haya sido el déficit
mas palpable de quienes tienen la responsabilidad institucional en
ambas ciudades y esto no hace mella en el compromiso, la dedicación
que mostraron trabajando sin descanso, solo digo que es posible un
mejor aprovechamiento de esas voluntades mientras que la ciudadanía
puede beneficiarse de tener a mano la información correcta.
Cada quien hizo lo que pudo con su
angustia. En mi caso y según me lo permitía la batería o la señal
del celular, iba ordenando y publicando informaciones. Bastante
aislado de otras zonas a falta de luz y sabiendo de la mala suerte de
algunos amigos que no pudieron evitar que el agua entrase a sus
casas, ese malestar se traducía en intentos de saber y comunicarse.
Aun en condiciones muy precarias (aunque infinitamente mejor a la de
otros) esas informaciones que entre algunos compartíamos resultaron
ser casi las únicas disponibles y quienes no tenían otro insumo nos
lo demandaban.
Informantes destacados
Dos medios digitales se destacaron en
ese contexto, uno por cada ciudad, VillaMariaVivo por un lado y La Posta Digital en el caso de Villa Nueva fueron eje de las
informaciones que se iban conociendo y los lectores supieron
reconocerlo. Los medios tradicionales deberán aprender de esta
experiencia también, no solo porque pueden aprovecharlo para si
mismos, sino porque son un gran aporte de certezas en situaciones
difíciles.
Parque Hipólito Yrigoyen |
También hubo usuarios particulares que
protagonizaron la comunicación, la mayoría de ellos periodistas,
aunque no necesariamente. Lo llamativo es que siendo algunos
periodistas podían hacer este trabajo desde sus cuentas personales y
no los medios para los que trabajan. Eso significa que los recursos
estaban disponibles y que quizá era necesario coordinarlos de otro
modo.
Muchos ciudadanos se enojaron con “los
políticos” o con quien pudiera tener alguna culpa en esto. Si bien
aquí hay una especie de muestrario de situaciones mejorables (sin
dejar de lado el reconocimiento por la labor) el enojo puede estar
equivocado. Me refiero a que el motivo del enojo no deberían ser las
obras no realizadas, hayan o no sido proyectadas. La responsabilidad
política va por otro lado y tiene que ver con el modo en que se
urbanizaron algunos sectores, el modo en que se desmonta y deforesta,
etc. algo que ya compartimos en otra nota que les dejo aquí
Es asombrosa la resignación y la
mansedumbre de quienes han perdido casi todo, como también es
asombroso ver a quienes han pasado días y días colaborando
desinteresadamente, sin descanso, tengan o no responsabilidad
institucional en ello.
Toca el turno de ponerse de pie, pero
también de aprender. Ojala nunca debamos pasar por lo mismo, pero si
algo por el estilo nos sucede debemos tomar debida nota de lo que se
hizo bien, si, pero también de lo que no debe volver a ocurrir o
como aprovechar mejor los recursos de que disponemos.
Sin animo de ofender a nadie ni
haciendo alusiones personales, me gustaría saber tu opinión.
El Fede
Twitter: @magrintorres
Facebook: En Perfecto Desorden
Buenísimo Fede! Las mas justas palabras.
ResponderBorrarGracias Vane!
ResponderBorrarSaludos!