viernes, 4 de septiembre de 2015

Soy un corredor con leucemia

También soy muchas otras cosas, estudiante, hijo, amigo, trabajador, comunicador, pero hoy elijo ser corredor. Estoy bien, muy bien. Hace un año que estoy en tratamiento y mi decisión de contarlo de esta manera tiene que ver con estas dos cosas y con que en este tiempo alguna gente querida me decía que no sabía nada y con otros que saben todo hablábamos sin querer, como en secreto. Prefiero contarlo yo, para que no se entienda mal y vean que estoy bien y sereno.
No tengo nada que ocultar, quiero ser libre también de esto. Estoy enfermo y puedo y quiero hablar de eso con total naturalidad.
Por supuesto que la incertidumbre del primer tiempo lleva al miedo y la cautela. Los primeros meses fueron duros, desde lo físico y lo emocional, pero la decisión de pelear con sonrisas me ayudó a mantener, por lo general, el buen ánimo.
Por supuesto que hay días malos. Estoy más débil y me duele la panza o el cuerpo infinitas veces más que antes. Hay días en los que no se puede sostener la sonrisa y el buen humor. Sin embargo son muchos más los días buenos. Muchos más. Al principio no tanto, pero ahora el que me ve, si no sabe, no se entera.
Hay muchas cosas que cambiaron. Juego con varios defensores menos y sin arquero, así que si va al arco casi siempre es gol. Si no me cuido me enfermo de cualquier cosa y cuidándome a veces también. Así que si están resfriados, engripados o cualquier cosa contagiosa, salúdenme de lejos que no me voy a ofender.
No me banco una noche de mal sueño y mucho menos dos. No puedo comer muy pesado ni tomar alcohol. Descubrí el componente social del alcohol y me pierdo muchas más cervezas con amigos de las que quisiera, aunque yo esté dispuesto a tomar un jugo de algo o gaseosa.
Me canso más fácil y como hay veces que no puedo con algunas cosas, cuando si puedo quiero todo. Algunas cosas no son del cuerpo sino de la cabeza, pero somos uno y esta todo mezclado.

Desde chico corrí

Después dejé por mucho tiempo. Mi abuelo fue maratonista y desde que recuerdo correr una maratón fue una aspiración mía como la de tantos miles de corredores. Un buen día decidimos con mi entrenador empezar a prepararnos para eso. Empezamos un año y medio antes. A medida que se acercaba la fecha esos 42km 195m pasaron a ser un objetivo de todo nuestro grupo más que mío personal.
En los días de mayor incertidumbre correr me salvó, en muchos sentidos. Repitiendo los estudios médicos para la carrera, apareció lo de mi enfermedad. Faltaban como dos meses para la carrera cuando empezó todo y durante ese tiempo no abandonamos la aspiración. Todos los días tenía un motivo para levantarme, para cuidarme, para no aflojar del cuerpo ni la cabeza.
Unos pocos días antes de la carrera llegó mi diagnóstico, Leucemia Mieloide Crónica. Decidimos correr igual. Mi doctora me autorizó y pospusimos unos días el inicio del tratamiento. Con muchísimas complicaciones y con la ayuda de mi entrenador me convertí en un emocionado maratonista. Conmigo corrieron y sufrieron muchos desde su lugar, pero eran mías las lágrimas y esa medalla. Me gané ambas en buena ley.
Por unos meses no pude hacer demasiado y mucho menos correr. Pero el deseo de volver a mi vida anterior ayudó a mejorar rápido, junto, claro, a los aciertos médicos y el apoyo de familiares (sobre todo mi vieja) y amigos que se hicieron notar. 

A veces hay que perderse para poderse encontrar

Hoy los colores son más vivos, los sabores más intensos, los amigos más amigos. Como puedo, disfruto todo con más intensidad y cuando no puedo espero paciente y sonriente hasta poder.
Decidí no regalar nada, sonreír siempre y dar lugar a mis emociones antes que las de nadie. Siempre intento estar mejorando y me sirve mucho pensar en el agua para el mate, que si no se esta calentando, se esta enfriando. Por eso no quiero conformarme y aunque estoy bien quiero estar mejor.
No tengo idea a quien le pueda interesar leer esto, pero para mi es un modo de enfrentar a lo desconocido y relajar del cuero para adentro. Se que todo va a ir bien y por eso lo comparto. No tengo miedo, o quizá como todos tengo miedo a sufrir. Por ahora lo más extremo parece lejano, pero el sufrimiento a veces no tanto. Yo antes iba al médico una vez al año para que me diga que no vuelva hasta el año siguiente. Ahora me pinchan, me sacan, me estudian a cada rato. A veces duele, a veces molesta o a veces asusta, pero es quizá el precio de poder disfrutar todo lo demás y la vida recompensa con personas maravillosas que uno conoce en lugares así.
Voy a seguir corriendo por los que no pueden. Voy a seguir sonriendo por los que tampoco pueden. Voy a disfrutar todo el doble y a compartir los miedos y las alegrías por igual.
Voy a vivir con esto lo que resta del viaje, así que vamos a hacerlo bien y prefiero que no sea ningún secreto, porque hace un año es parte de lo que soy y lo que voy a seguir siendo.
No se van a salvar tan fácil de mi.

El Fede

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