Por primera vez hubo debate en la Argentina entre los candidatos a
presidente, o casi todos ellos.
Cada quien tendrá su sensación, su
candidato y sus críticas, pero entiendo que hay puntos en los que
mayoritariamente podemos coincidir a partir de esta experiencia. No van a
ser estos el eje de estas letras, porque ya de eso se han ocupado muchos.
La noche tuvo mucho de autofestejo y la
ausencia del candidato del gobierno no permite una evaluación equilibrada del
evento, porque de Scioli solo puede decirse que no estuvo presente. Aún así me
permito compartir algunas reflexiones, que no son más que eso, mi visión, lo
que mi historia y mi formación me permiten ver y que no pretende ser la opinión
general sino solo la mía.
Creo que la mayoría cumplió con su
expectativa previa, se dice que a los debates no se va a ganar sino a no perder
y en ese aspecto quienes más arriesgaban eran Sergio Massa y Mauricio Macri.
Los demás candidatos no tenían demasiado que perder y sí por ganar, pero aun
así creo que arriesgaron poco.
De los dos candidatos principales
presentes creo que Massa se mostró más seguro, mejor preparado y con un control
de los ritmos y los tiempos destacable. Sin analizar el contenido, desde las
formas, Massa supo aprovechar su tiempo y cuando le tocó preguntar lo hizo para
consultar con los demás acerca del acuerdo (o no) con alguna de sus propuestas,
lo que era un modo de afirmarlas y dotarlas de consenso. Es una buena
estrategia de su equipo porque eso puso a los demás a hablar de sus propuestas,
al menos por unos momentos.
Macri fue el más timorato de los dos. Se
lo vio por momentos balbuceante o inseguro, dando cuenta de la importancia del
evento y de los nervios que lo acompañan. Se afirmó en la fortaleza de sus
propuestas, transformadas en consignas publicitarias, lo que le permitió salir más
o menos airoso de cada bloque, sin embargo no pudo destacarse ni darle el énfasis
que supongo habrá querido, como modo de destacarse. Utilizó las preguntas
para profundizar las propuestas de los propios candidatos consultados. Se
mostró así dispuesto a aprender de los demás, que es una buena estrategia pero
que no pudo verse como tal hasta su minuto final en que dio cuenta de ello.
Por rigor teórico, por contundencia
oratoria, la que a mi entender se destacó fue Margarita Stolbizer, que no
compite en el lote de punta, pero que demostró estar en condiciones de jugar a
otro nivel. Sus intervenciones fueron asertivas, fluidas, por momentos
aceleradas para entrar en los tiempos pautados, pero demostrando que no estaba
para llenar el espacio sino para darle contenido. Seguramente es quien más
aprovechó el espacio para darle difusión a su proyecto político. Si algún voto
se corrió de lugar seguramente Margarita será receptora de muchos de esos
apoyos.
Del Caño cumplió su papel y no se corrió
de lo que se esperaba de él. Es el más joven de los candidatos y quizá el de
menos rodaje en los medios y por momentos se le notó el nerviosismo o la
tensión. Eso no obstaculizó la contundencia de sus intervenciones. Fue el más
directo y se dio el tiempo de atacar a cada uno de los otros candidatos cuando
le llegó el momento. Creo que por la fuerza de algunas de sus propuestas podría
haberle sacado mayor provecho al espacio del debate y que se decidió
privilegiar la confrontación, que le pone picante al debate, es cierto, pero
que no le permitió aprovechar completamente la masividad de la transmisión
apostando más bien a sus réplicas posteriores en medios o en redes sociales.
Adolfo Rodriguez Saa fue el más
desdibujado. El único expresidente ocupando un atril, que mostro aplomo y
seguridad, pero también parsimonia y falta de preparación en temas concretos
para la instancia de debate. Creo que confió demasiado en sus dotes personales
y en su capacidad oratoria y no terminó de hacer pie. Quienes más provecho
sacaron, parecería, son quienes mejor se prepararon.
El debate es una instancia que no ha
demostrado ser útil aun y que probablemente no afecte seriamente las
preferencias electorales, pero que agrega calidad institucional a la campaña,
obliga al respeto y permite la comparación directa. El formato tiene todavía
mucho para dar, sobre todo cuando permite a los candidatos correrse del guion
establecido y estudiado. Los momentos más interesantes se vieron en las
preguntas y respuestas, porque permite evidenciar qué postura asume cada quien
frente a los distintos temas, cuando contesta, pero también cuando pregunta. En
ese sentido creo que el momento de mayor tensión y que fue mejor aprovechado
fue el momento de silencio que Massa pidió en ausencia de Scioli. Eso demuestra
que no es gratuito dejar el atril vacío y que el oficialismo deberá pagar los
costos de no asistir. Han demostrado capacidad de recuperación y asumirán éste
como han asumido otros costos, lo que si es necesario reconocer es que no ir es
costoso y lo pensarán mejor las próximas oportunidades quienes estén en esa
posición.
Queda mucho por decir y analizar, sobre
todo cuando entramos en los contenidos y en lo que está detrás de las palabras.
Ya habrá tiempo. Por el momento saludamos el espacio, agradecemos el esfuerzo e
instamos a profundizar la responsabilidad de quienes quieren gobernar exponiéndose
a estas instancias, para que ganen en riqueza y no se transforme en una
competencia por ver quién es más canchero o consigue el latiguillo que más
suena. Es nuestro desafío que así sea.
El Fede
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