lunes, 5 de octubre de 2015

Las formas del debate

Por primera vez hubo debate en la Argentina entre los candidatos a presidente, o casi todos ellos. 
Cada quien tendrá su sensación, su candidato y sus críticas, pero entiendo que hay puntos en los que mayoritariamente podemos coincidir a partir de esta experiencia. No van a ser estos el eje de estas letras, porque ya de eso se han ocupado muchos.
La noche tuvo mucho de autofestejo y la ausencia del candidato del gobierno no permite una evaluación equilibrada del evento, porque de Scioli solo puede decirse que no estuvo presente. Aún así me permito compartir algunas reflexiones, que no son más que eso, mi visión, lo que mi historia y mi formación me permiten ver y que no pretende ser la opinión general sino solo la mía. 
Creo que la mayoría cumplió con su expectativa previa, se dice que a los debates no se va a ganar sino a no perder y en ese aspecto quienes más arriesgaban eran Sergio Massa y Mauricio Macri. Los demás candidatos no tenían demasiado que perder y sí por ganar, pero aun así creo que arriesgaron poco. 
De los dos candidatos principales presentes creo que Massa se mostró más seguro, mejor preparado y con un control de los ritmos y los tiempos destacable. Sin analizar el contenido, desde las formas, Massa supo aprovechar su tiempo y cuando le tocó preguntar lo hizo para consultar con los demás acerca del acuerdo (o no) con alguna de sus propuestas, lo que era un modo de afirmarlas y dotarlas de consenso. Es una buena estrategia de su equipo porque eso puso a los demás a hablar de sus propuestas, al menos por unos momentos. 
Macri fue el más timorato de los dos. Se lo vio por momentos balbuceante o inseguro, dando cuenta de la importancia del evento y de los nervios que lo acompañan. Se afirmó en la fortaleza de sus propuestas, transformadas en consignas publicitarias, lo que le permitió salir más o menos airoso de cada bloque, sin embargo no pudo destacarse ni darle el énfasis que supongo habrá querido, como modo de destacarse. Utilizó las preguntas para profundizar las propuestas de los propios candidatos consultados. Se mostró así dispuesto a aprender de los demás, que es una buena estrategia pero que no pudo verse como tal hasta su minuto final en que dio cuenta de ello.
Por rigor teórico, por contundencia oratoria, la que a mi entender se destacó fue Margarita Stolbizer, que no compite en el lote de punta, pero que demostró estar en condiciones de jugar a otro nivel. Sus intervenciones fueron asertivas, fluidas, por momentos aceleradas para entrar en los tiempos pautados, pero demostrando que no estaba para llenar el espacio sino para darle contenido. Seguramente es quien más aprovechó el espacio para darle difusión a su proyecto político. Si algún voto se corrió de lugar seguramente Margarita será receptora de muchos de esos apoyos. 
Del Caño cumplió su papel y no se corrió de lo que se esperaba de él. Es el más joven de los candidatos y quizá el de menos rodaje en los medios y por momentos se le notó el nerviosismo o la tensión. Eso no obstaculizó la contundencia de sus intervenciones. Fue el más directo y se dio el tiempo de atacar a cada uno de los otros candidatos cuando le llegó el momento. Creo que por la fuerza de algunas de sus propuestas podría haberle sacado mayor provecho al espacio del debate y que se decidió privilegiar la confrontación, que le pone picante al debate, es cierto, pero que no le permitió aprovechar completamente la masividad de la transmisión apostando más bien a sus réplicas posteriores en medios o en redes sociales. 
Adolfo Rodriguez Saa fue el más desdibujado. El único expresidente ocupando un atril, que mostro aplomo y seguridad, pero también parsimonia y falta de preparación en temas concretos para la instancia de debate. Creo que confió demasiado en sus dotes personales y en su capacidad oratoria y no terminó de hacer pie. Quienes más provecho sacaron, parecería, son quienes mejor se prepararon. 

El debate es una instancia que no ha demostrado ser útil aun y que probablemente no afecte seriamente las preferencias electorales, pero que agrega calidad institucional a la campaña, obliga al respeto y permite la comparación directa. El formato tiene todavía mucho para dar, sobre todo cuando permite a los candidatos correrse del guion establecido y estudiado. Los momentos más interesantes se vieron en las preguntas y respuestas, porque permite evidenciar qué postura asume cada quien frente a los distintos temas, cuando contesta, pero también cuando pregunta. En ese sentido creo que el momento de mayor tensión y que fue mejor aprovechado fue el momento de silencio que Massa pidió en ausencia de Scioli. Eso demuestra que no es gratuito dejar el atril vacío y que el oficialismo deberá pagar los costos de no asistir. Han demostrado capacidad de recuperación y asumirán éste como han asumido otros costos, lo que si es necesario reconocer es que no ir es costoso y lo pensarán mejor las próximas oportunidades quienes estén en esa posición. 
Queda mucho por decir y analizar, sobre todo cuando entramos en los contenidos y en lo que está detrás de las palabras. Ya habrá tiempo. Por el momento saludamos el espacio, agradecemos el esfuerzo e instamos a profundizar la responsabilidad de quienes quieren gobernar exponiéndose a estas instancias, para que ganen en riqueza y no se transforme en una competencia por ver quién es más canchero o consigue el latiguillo que más suena. Es nuestro desafío que así sea. 

El Fede
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