jueves, 6 de marzo de 2014

Ponernos de pie y aprender

Parque Hipólito Yrigoyen
Retrocedimos en el tiempo. Por unos días los vecinos paseábamos preguntándonos “¿qué se sabe?”. Algunos, con el agua a la rodilla, sacábamos fotos y preguntábamos qué hacia falta o en que podíamos ayudar. Otros solo buscaban consuelo en las palabras ajenas, en las informaciones siempre confusas y contradictorias.
Volvimos a ser un barrio de los '80, cuando Internet era una palabra rara que venía de afuera y nadie tenia demasiados electrodomésticos en la casa, la tele funcionaba unas pocas horas al día y la radio era protagonista de la información. En los días de la inundación que no termina de irse, casi ninguno tenia luz, solo algunas cuadras sostuvieron el servicio aunque con intermitencias.
Los vecinos con luz nos cargaban las baterías de los celulares y nos compartían informaciones. La mayoría teníamos que administrar la carga y no podíamos dilapidarla escuchando todo el tiempo la radio, salvo cuando nos ganaba la ansiedad.

Desinformación 

Nos gobernó la desinformación por un tiempo. Todos repetíamos informaciones conseguidas al pasar, que alguien dijo, que otro escucho, que se dijo en la radio, que también repetía lo que conseguía, porque las autoridades tampoco tenían información y se acusaban entre si de vaya a saber que cosa.
Muchos querían ayudar y no sabían cómo, no sabían a quien dirigirse. No había instrucciones claras, no había información confiable y nos agarrábamos de lo que se podía, que en este caso eran las redes sociales, ya que algunos celulares podían acceder, con dificultad, a las publicaciones de otros usuarios. Mientras tapábamos puertas, atábamos cabos, juntábamos lo que dijo uno con lo que posteaba otro y lo compartíamos con quien se acercaba. 

Bomberos relevando la situación de los vecinos,
calle Modesto Moreno
Los municipios y los bomberos se movieron mucho y los ciudadanos lo reconocieron así, pero los gobiernos subestimaron el valor de la información, aunque por lo mismo reclamaban airadamente a la provincia. En situaciones de crisis puede parecer un desperdicio que alguien se quede en una oficina trabajando con la información. Se tiende a pensar que todos deben estar “con las patas en el barro” y es comprensible, pero no deja de ser un error.

Comunicación de crisis

En situaciones como las que vivimos se requiere de un “plan de comunicación de crisis” que sea administrado desde un único lugar, con alguien que reúne información y comunica de manera ordenada las prioridades, las instrucciones, lo que se avecina y lo que puede esperarse. Ese alguien “alimenta” a los medios de comunicación, fundamentalmente a las radios, con información confiable de manera periódica, pero también utiliza las redes disponibles. Podría pensarse en distribuir información o instrucciones a través de la policía, de bomberos (que cuentan con radios y teléfonos celulares) pero también utilizar la infraestructura, por ejemplo, de las empresas de remises o quienes dispongan de tecnologías similares y no estén comprometidos en la emergencia, usuarios de redes sociales, etc. Eso permitiría que quienes quieran colaborar sepan donde dirigirse o que hacer o dejar de hacer, bajar la ansiedad, aportar tranquilidad, ordenar, etc. En Bell Ville, que atravesó la misma situación, los bomberos contaron con una radio FM para este fin, esa es una experiencia para copiar.
En casos de emergencia se produce una especie de efecto imitación que puede ser positivo si se reconoce pero puede ser negativo si se deja librado a su suerte. Un vecino sale y tapa con una botella un desagüe que viene de su patio a la calle, otro sale y hace lo mismo, un tercero pregunta y se trata de evitar que el agua que viene inundando la calle se meta al patio. Parece razonable, todos hacemos lo mismo. Eso funcionó bien, pero bien podría tratarse de algo que empeore la situación y todos, sin obligación de saberlo, imitemos algo que nos perjudique. Valorando la comunicación de crisis estas conductas pueden tornarse positivas y distribuirse rápidamente.
Esos son los tan mentados protocolos que deben existir. Modos rápidos y correctos de moverse en situaciones graves sin que sea necesario que quien ejecuta la orden sepa demasiado, con seguir el protocolo basta.
En medio de la incertidumbre los esfuerzos suelen desperdiciarse porque a veces es necesario verse a si mismo haciendo algo y no solo esperando que las cosas ocurran, porque no nos lo permite la ansiedad. Ese quizá haya sido el déficit mas palpable de quienes tienen la responsabilidad institucional en ambas ciudades y esto no hace mella en el compromiso, la dedicación que mostraron trabajando sin descanso, solo digo que es posible un mejor aprovechamiento de esas voluntades mientras que la ciudadanía puede beneficiarse de tener a mano la información correcta.
Cada quien hizo lo que pudo con su angustia. En mi caso y según me lo permitía la batería o la señal del celular, iba ordenando y publicando informaciones. Bastante aislado de otras zonas a falta de luz y sabiendo de la mala suerte de algunos amigos que no pudieron evitar que el agua entrase a sus casas, ese malestar se traducía en intentos de saber y comunicarse. Aun en condiciones muy precarias (aunque infinitamente mejor a la de otros) esas informaciones que entre algunos compartíamos resultaron ser casi las únicas disponibles y quienes no tenían otro insumo nos lo demandaban.

Informantes destacados

Dos medios digitales se destacaron en ese contexto, uno por cada ciudad, VillaMariaVivo por un lado y La Posta Digital en el caso de Villa Nueva fueron eje de las informaciones que se iban conociendo y los lectores supieron reconocerlo. Los medios tradicionales deberán aprender de esta experiencia también, no solo porque pueden aprovecharlo para si mismos, sino porque son un gran aporte de certezas en situaciones difíciles.
Parque Hipólito Yrigoyen
También hubo usuarios particulares que protagonizaron la comunicación, la mayoría de ellos periodistas, aunque no necesariamente. Lo llamativo es que siendo algunos periodistas podían hacer este trabajo desde sus cuentas personales y no los medios para los que trabajan. Eso significa que los recursos estaban disponibles y que quizá era necesario coordinarlos de otro modo.
Muchos ciudadanos se enojaron con “los políticos” o con quien pudiera tener alguna culpa en esto. Si bien aquí hay una especie de muestrario de situaciones mejorables (sin dejar de lado el reconocimiento por la labor) el enojo puede estar equivocado. Me refiero a que el motivo del enojo no deberían ser las obras no realizadas, hayan o no sido proyectadas. La responsabilidad política va por otro lado y tiene que ver con el modo en que se urbanizaron algunos sectores, el modo en que se desmonta y deforesta, etc. algo que ya compartimos en otra nota que les dejo aquí

Es asombrosa la resignación y la mansedumbre de quienes han perdido casi todo, como también es asombroso ver a quienes han pasado días y días colaborando desinteresadamente, sin descanso, tengan o no responsabilidad institucional en ello.
Toca el turno de ponerse de pie, pero también de aprender. Ojala nunca debamos pasar por lo mismo, pero si algo por el estilo nos sucede debemos tomar debida nota de lo que se hizo bien, si, pero también de lo que no debe volver a ocurrir o como aprovechar mejor los recursos de que disponemos.
Sin animo de ofender a nadie ni haciendo alusiones personales, me gustaría saber tu opinión.

El Fede
Twitter: @magrintorres

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